INTERNACIONALES

Qué esperar de las elecciones presidenciales de Venezuela

Se espera que millones de venezolanos concurran a las urnas este domingo 28 de julio, en lo que muchos consideran como la elección más importante en el país desde que el líder Nicolás Maduro llegó al poder hace más de una década.

La votación enfrenta al autoritario Maduro, quien tuvo niveles sin precedentes de pobreza y emigración del país, contra Edmundo González Urrutia, un abuelo tranquilo y amante de las aves que logró un fuerte apoyo a pesar de ser la tercera opción de la oposición después de que a sus dos candidatos preferidos se les prohibiera postularse.

Pero los expertos advierten que el resultado de la votación puede ser cuestionado. Maduro tiene la costumbre de aferrarse al poder: su gobierno ha sido acusado durante mucho tiempo de manipular las votaciones y la elección de 2018 que lo devolvió al poder fue calificada de ilegítima por una alianza de 14 naciones latinoamericanas, Canadá y Estados Unidos.

En los actos de campaña de este año –generalmente alegres y llenos de baile– Maduro ha tildado a sus oponentes de “fascistas” y “manipulables”, tras afirmar que privatizarían la industria petrolera y de salud del país y “regalarían nuestra riqueza”.

Sin embargo, bajo su mando Venezuela vio un rápido colapso de su democracia y casi ocho millones de sus habitantes huyeron del país. La inflación se disparó y la escasez de alimentos se extendió mientras el país atravesaba “el mayor colapso económico de un país no conflictivo en casi medio siglo”, como lo expresó el Fondo Monetario Internacional.

González Urrutia, un exdiplomático, se presenta como candidato de una coalición opositora conocida como Plataforma Unitaria Democrática. Entre sus prioridades está controlar la inflación, que actualmente se sitúa en el 64% interanual, y restablecer la confianza en las instituciones de poder del país, como el poder judicial, que actualmente está plagado de simpatizantes de Maduro. Sin embargo, no proporcionó una hoja de ruta sobre cómo convencería a un gobierno autoritario de que renuncie voluntariamente al control y lidere una transición democrática.

.En las últimas semanas, sus actos junto a María Corina Machado, la carismática líder de la coalición opositora a la que se le prohibió postularse a la presidencia a principios de este año (junto con su compañera Corina Yoris), atrajeron multitudes descomunales, incluidos sectores de la población que desde hace mucho tiempo son fieles al chavismo. La pareja prometió construir un país que pueda recibir a los millones de venezolanos que se fueron en masa en los últimos años debido a la desesperación económica.

También se presentan otros candidatos, pero cuentan con un apoyo mínimo y la principal oposición los considera aliados del gobierno.

Según Oswaldo Ramírez, director general de ORC Consultores, la oposición encontró apoyo en “casi todos los rincones del país”.

“La energía electoral está de vuelta en las calles de Venezuela”, afirmó. “Nunca en los años transcurridos desde que comenzó esta era política la oposición había tenido una intención de voto que la favoreciera de manera tan amplia”.

El partido gobernante ya lleva meses interfiriendo en las elecciones. En enero, el Tribunal Supremo, controlado por Maduro, inhabilitó a Machado para ejercer cargos públicos durante 15 años. Estados Unidos afirmó que la decisión contradecía la promesa que había hecho el gobierno venezolano de celebrar elecciones libres y justas en 2023. González fue designado candidato después de que a la sustituta designada de Machado, Yoris, también se le impidiera presentarse.

Mientras tanto, el gobierno de Maduro afirmó haber desbaratado una serie de dudosos complots respaldados por la oposición para sabotear la infraestructura pública e interferir en las elecciones. Los analistas ven en ellos la semilla de un pretexto que Maduro podría utilizar para posponer o cancelar las elecciones en el último minuto.

Los expertos advierten que Maduro también podría intentar provocar una crisis militar con Guyana después de que él y sus partidarios intensificaron sus amenazas de anexar una porción rica en petróleo de ese país.

Algunos especularon que Maduro podría usar la crisis como excusa para suspender las elecciones.

El Gobierno de Maduro también fue acusado de intentar sembrar confusión antes del día de las elecciones ya que, por ejemplo, habría cambiado el nombre de unas 6.000 escuelas, lugares que normalmente sirven como centros de votación. El gobierno también creó impedimentos significativos para los venezolanos que abandonaron el país para votar, incluidos requisitos de pasaporte y residencia ampliamente inalcanzables, dijeron expertos electorales.

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