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«Hay una magia en Jujuy que todavía no se conoce»: la misión de una artesana para mostrar la verdadera cara de la provincia

Milena Ramos, artesana y emprendedora, pasó por Jujuy se Mueve y contó como busca plasmar la verdadera identidad de Jujuy en sus obras y sueña con un taller propio para su familia.

Para la familia Ramos, la artesanía es más que un oficio; es un legado que se amasa con arcilla y se borda con la historia de Jujuy. Milena Ramos, ceramista y emprendedora, ha continuado la tradición que sus padres iniciaron, pero se enfrentaban a un límite: la producción manual. Gracias a un crédito del programa PRODEAF, de la Secretaría de Economía Popular, pudieron adquirir un torno que revolucionó su taller. «Con el torno, de dos tazas al día pasamos a 20, 30«, relató.

Este salto productivo es un punto de inflexión para un emprendimiento familiar con raíces profundas en la cultura jujeña. Milena aprendió el arte de la cerámica a los ocho años de su padre, quien a su vez fue instruido junto a su madre por la emblemática artista Barbarita Cruz en Purmamarca. Hoy, toda la familia trabaja en conjunto, en un proceso donde cada miembro cumple un rol fundamental. «Si uno se va, perdemos un brazo«, afirma Milena, destacando la sinergia familiar.

El crédito no solo representó una herramienta, sino también un acceso simplificado al financiamiento, algo que en el pasado fue una barrera. «Anteriormente, cuando mi papá era más joven, siempre buscaba ese tipo de créditos. Pero desde el Banco de Desarrollo era un poco engorrosa la parte burocrática«, recordó, contrastando la experiencia pasada con la facilidad del trámite actual.

Más allá de la producción, la misión de Milena es combatir los estereotipos y mostrar la riqueza cultural de la provincia. «Algo que a mí me pone un poco triste es que en Jujuy siempre se repiten los mismos productos […]. A nivel país dicen que Jujuy es Bolivia. Pero en realidad no, Jujuy es mucho más que eso«, lamenta. A través de sus piezas, busca plasmar la flora, los colores y las historias locales, como la época del trueque que marcó a la región tras el cierre de los ferrocarriles.

El desafío constante es competir con productos industrializados y lograr que el público valore el tiempo y la dedicación que implica una pieza hecha a mano. A pesar de las dificultades, la familia se niega a perder la esencia artesanal que hace que cada obra sea única.

Actualmente, el taller familiar se encuentra en la localidad de León, pero el gran sueño es consolidarse. «Nuestro sueño es comprar un terreno lo más cerca de la ruta posible y ahí poder hacerlo lo más visible«, compartió Milena, anhelando un espacio fijo donde los turistas y locales puedan encontrarlos y ser testigos del proceso creativo.

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